Los clavos, tanto en la vida cotidiana como en el ocultismo, tienen un fuerte simbolismo. El invento del clavo data de más de 2000 años, en el imperio romano irrumpió y fue decisivo para la mejora en las construcciones, ya que las tablas de madera podían sostenerse de mejor forma por la unión mediante clavos.

 

FORMA Y SIGNIFICACIÓN EN LA HISTORIA

 Los clavos más antiguos eran de bronce, mientras que en épocas posteriores los de mayor tamaño se hacían de hierro. Se han hallado clavos decorativos hechos de bronce recubierto de oro batido, que datan de los años 1300-1200 a.C.

En la antigüedad, simbólicamente señalaban el fin de un acontecimiento y el inicio de otro, augurando fortuna y provecho para la nueva etapa. Se usaban con el deseo de evitar males y, por ello, se hincaban clavos en los cimientos de las casas para alejar los malos espíritus, o se clavaban en las tumbas para ahuyentar los demonios que pudiesen habitar en las tinieblas. Asimismo, los clavos se usaban como expiación de los malos actos realizados, de ahí el sacrificio expiatorio de los romanos.  Los clavos antiguos eran muy similares a los clavos de mayor tamaño que se usan en la actualidad, aunque tenían un cuerpo de cuatro caras y una punta larga.

 

 

Dentro de cualquier excavación arqueológica, los clavos forman parte de los elementos más frecuentemente encontrados. La arqueología ha confirmado la existencia de la crucifixión como forma de ejecución desde la antigüedad. En 1968 un grupo de arqueólogos halló en Giv`at Ha-Mitvar (al noroeste de Jerusalén), la tumba de un hombre que había muerto crucificado, los estudios subsiguientes revelaron que aún le atravesaba el talón derecho un clavo de hierro de 11,5 cm. de longitud. Este clavo puede ser similar a los que usaron los soldados romanos para fijar en el madero a Jesús.

Plinio el Viejo (escritor, científico, naturalista y militar latino, nacido el año 23 del siglo I) describe cómo se clavaban los muertos por enfermedad ya que así, se creía que se evitaba su contagio y su propagación. Sin embargo, el clavo también es una llave (esta palabra en latín es "clavis"). El clavo abre y cierra espíritus, reales o abstractos.

 

 

EL CLAVO Y LA CÁBALA

 El símbolo del clavo está íntimamente relacionado con la Cábala (Interpretación mística y alegórica de la Torá, texto sagrado del judaísmo) y con el alfabeto hebreo, el cual está formado por 22 letras y cada una de ellas tiene un profundo significado simbólico. Hay una de estas 22 letras que simboliza al clavo, la letra "vav". La propia forma de la letra representa a un clavo, como claro ejemplo de unión.

En la Cábala la letra vav tiene el poder para interrelacionar los elementos de la creación. Se dice que esta letra tiene el poder de cambiar el pasado desde el futuro, de forma tal que se pueda en el presente, cambiar el sentido de lo que vendrá y lo que fue.

 En hebreo bíblico, la letra vav tiene la función de invertir el tiempo aparente de un verbo, a su opuesto, de pasado a futuro o de futuro a pasado. Como ejemplo, en la Torá está escrito: "Y Dios dijo (el verbo 'dijo' es invertido del tiempo futuro al pasado por la vav a el principio de la palabra 'Y'): 'Sea la luz' y fue la luz".

 

 

Los clavos acompañan al hombre desde que la fundición de los metales permitió la invención de este elemento tan relacionado con el martillo y el verbo "clavar". La función que ejerce un clavo es la de unir o juntar dos objetos, convirtiéndose históricamente en un elemento imprescindible para poder construir casas y navíos de madera, y, por otra parte, los clavos de pequeño tamaño han sido muy usados a lo largo de la historia por zapateros, carpinteros y artesanos.

 

 

 

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