Cada piedra que elegimos es seleccionada por su historia: de dónde proviene, cómo fue obtenida y las manos que la transportaron. Los arquitectos del paisaje no plantan solo por estética; lo hacen estudiando el sol, el suelo, el viento y la biodiversidad. Ambos oficios requieren paciencia, intención y reverencia por los materiales primarios de la naturaleza.
Un paisaje diseñado con intención es como una joya que viste la Tierra. Da forma a nuestra vida cotidiana, sostiene los ecosistemas locales e invita a ralentizar el paso y respirar con las estaciones.