LAS ISLAS DEL CARIBE
Los aficionados a las historias de piratas tienen muy alta estima por La isla del tesoro, la novela de Robert Louis Stevenson en la que se narran las aventuras de una expedición que parte en busca del tesoro del capitán Flint, enterrado en una isla remota. Sin embargo, todos sabemos que muy pocos piratas hacían algo semejante y que lo normal era que gastaran el botín en el primer puerto en el que recalaran o, si éste era realmente sustancioso, regresaran al hogar para comprar la honorabilidad a base de doblones de a ocho y lingotes de plata.
Sin embargo, siempre hubo excepciones, y una de ellas es la del sangriento pirata Montbars. Se cuenta que este pirata, conocido en su época como El Exterminador por la ferocidad de sus ataques a los barcos españoles, enterró el fruto de sus rapiñas en una cueva que se esconde en un extremo de la Anse du Gouverneur, una de las playas más hermosas de Saint Barth.
Como en toda buena historia, su tesoro nunca se ha encontrado ya que está protegido por el alma en pena del marinero que le ayudó en la tarea y que fue asesinado para que no revelara el lugar del escondrijo. Por eso, cuando se salta del transbordador que viene desde Saint Martin, o se aterriza en el pequeño aeródromo escondido entre las colinas, uno siente que puede lanzarse a la búsqueda de éste y otros tesoros escondidos.
ISLA SAINT BARTH
Cuando Colón divisó esta isla la bautizó con el nombre del santo de su hermano Bartolomé, aunque muchos siglos antes los primeros pobladores que llegaron a este refugio de pájaros y pelícanos le habían regalado el nombre de Ounalao. Los franceses se establecieron en San Bartolomé, a partir de entonces Saint Barthélemy.
Saint Barth es un pequeño jardín en medio del mar. Y muy diferente de casi todas las otras islas caribeñas. La población es completamente blanca, y los libros de historia recuerdan que en su mayoría descienden de antiguos colonos normandos y bretones, que levantaron pequeñas granjas en lugar de grandes plantaciones. Lo escarpado del territorio no se lo permitía, y por eso tampoco trajeron esclavos negros como a otras islas.
Así, St. Barth parece una versión tropical de la Costa Azul, una especie de Saint Tropez caribeño, un diminuto pedazo de chic francés bañado por el sol más brillante. El paisaje está diseñado a base de pequeñas villas desperdigadas por las colinas, hoteles de lujo formados por cabañas escondidas bajo las palmeras de playitas recoletas, y el puerto de Gustavia, perfecto para las fotos, cuajado de veleros en sus aguas tranquilas.
ISLA SAINT MARTIN
Cuando Cristóbal Colón arribó a ésta isla, había descubierto ya tantas islas que no se complicaba a la hora de bautizarlas. Así que comprobó la fecha, consultó el santoral y decidió que esa isla se llamaría San Martín, en honor del arzobispo de Tours. Se cuenta que este santo dividió su capa en dos para dar abrigo a un peregrino que estaba al borde de la hipotermia.
Ubicada en el mar Caribe a pocos kilómetros de Puerto Rico, esta isla es un caso curioso en el Caribe. En primer lugar, es uno de los territorios geográficos más pequeños del mundo, aún así el territorio se encuentra dividido en dos partes o naciones, la parte norte pertenece a Francia y como tal recibe el nombre de St. Martin, mientras que la parte sur corresponde al territorio holandés y lleva por nombre St. Maarten, ambos territorios viven del turismo, actividad de excelencia, pues debemos decir que las condiciones geográficas son excepcionales.
"La Isla de las 36 playas" así se le podría llamar a Saint Martin, ya que cuenta con 36 playas que bordean todo el territorio con hermosos paisajes y amplia vegetación, entre las mas conocidas se encuentran la playa Baie Lucas, La Baie de L’embouchure y Baie Longue, todas y cada una de estas de diferentes tamaños y tipos.
Es la isla más pequeña del mar caribe, pero no por eso la menos intensa. Allí, entre las playas de arenas fina y las aguas cristalinas, se encuentran algunas de las mansiones más enormes y más famosas del mundo, pero sin lugar a dudas lo más curioso de la isla es la ubicación del aeropuerto Princesa Juliana, está tan cerca de la costa que es prácticamente inevitable no tomarle una fotografía a los aviones aterrizando.
ISLA SAINT VINCENT Y LAS GRANADINAS
Consideradas uno de los últimos reductos de los indios caribes, Saint Vincent fue avistada por Colón el 22 de enero de 1498, quién la bautizó así porque desembarcó en ella el día de San Vicente. El nombre de las Granadinas hace referencia a la ciudad española de Granada, pero para diferenciarse de la isla del mismo nombre, se utilizó el diminutivo.
Antes de la llegada de los españoles, los aborígenes caribes que habitaron la isla de San Vicente la llamaban Youloumain, en honor al Youlouca, el espíritu de los arcoíris, que creían que habitaba la isla. Y hasta finales de 1700 estuvo bajo control europeo.
Tras disfrutar de las playas de arena negra de la montañosa San Vicente, sobre todo en las bahías de Villa e India Bay, donde se localizan la mayoría de los resorts, el contraste con los arenales blanquecinos de las Granadinas produce un gran contraste visual.
ISLA MARTINICA
Martinica es una isla con estatus de departamento de ultramar francés ubicado al norte de Santa Lucía, en aguas del mar Caribe (como tal, constituye una región ultraperiférica de la Unión Europea). Como los otros departamentos de ultramar, Martinica es una de las dieciocho regiones de Francia, forma parte integrante de la República francesa y su moneda es el euro. El idioma oficial es el francés, pero la población habla también el criollo martiniqués (créole martiniquais).
Cristóbal Colón fue el primer navegante europeo en llegar a la isla el 15 de junio de 1502. Pero, salvo en tres ocasiones en que ha sido ocupada brevemente por otras naciones, la isla ha permanecido bajo dominio francés desde su colonización, en 1635.
ISLA GUADALUPE
Guadalupe es un pequeño archipiélago de las Antillas, en el mar Caribe que forma una región de ultramar de Francia y una región ultraperiférica de la Unión Europea. Se encuentra a 600 km al norte de las costas de América del Sur y al sureste de la República Dominicana. Antiguamente se llamaba Karukera, que significaba «la isla de las bellas aguas».
Cristóbal Colón le dio su actual nombre en honor de la Virgen Santa María de Guadalupe, Extremadura, España. Popularmente, en la cultura creole local se la llama Gwada.
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